La Hipnosis clínica y su uso

LA HIPNOSIS CLÍNICA

Según la evidencia empírica disponible (Kirsch et al., 1995; Montgomery et al., 2002; Montgomery et al., 2000a; Patterson & Jensen, 2003; Rhue, Lynn, & Kirsch, 1993; Smith et al., 1980), la hipnosis es una técnica potente en la mejora de la calidad de vida para una amplia variedad de pacientes. Aunque esta técnica se ha utilizado en la clínica durante más de cien años (Braid, 1843; Charcot, 1886; Mesmer, 1776), es importante empezar con el terreno común que proporciona una definición. En resumen, la hipnosis se ha definido como una situación o conjunto de procedimientos en los que una persona, designada como el hipnotizador, sugiere a otra persona, designada como el paciente que experimente diversos cambios en una sensación (por ejemplo, alivio del dolor), en una percepción (por ejemplo, alucinación visual), en una cognición (por ejemplo, expectativas) o en el control sobre una conducta motora (por ejemplo, levitación del brazo) (Green, Barabasz, Barrett, & Montgomery, 2004). En la clínica, el contexto hipnótico se establece generalmente mediante un procedimiento de inducción. Durante las inducciones hipnóticas, el hipnotizador guía a los pacientes a través de imágenes relajantes y tranquilizadoras con el objetivo de ayudarles a sentirse más relajados, distraídos de los estímulos aversivos, y más abiertos a las sugestiones terapéuticas. Es importante señalar que el estar abierto a las sugestiones terapéuticas significa que los pacientes pueden estar más dispuestos a cooperar con el procedimiento de hipnosis, no que los pacientes se vuelven vulnerables de alguna manera. A la fase de inducción le sigue la fase de aplicación, en la que el hipnotizador le da sugestiones al paciente. Estas sugestiones pueden ser referidas a que el paciente experimenta cambios en procesos sensoriales o cognitivos, en la fisiología (por ejemplo, ritmo cardíaco) o en la conducta (Green et al., 2004). Por ejemplo, son comunes en la literatura las sugestiones para reducir el dolor o el estrés, y para incrementar la vitalidad y la sensación de eficacia personal (para más detalles, véase Rhue et al., 1993. Para un texto de muestra de una inducción breve, véase Rhue et al., 1993).

Las inducciones por relajación no deben considerarse como el único modo de llevar una sesión de hipnosis. Hay mucha variedad de inducciones y todas ellas son exitosas por igual. Por ejemplo, se ha demostrado que una inducción físicamente activa, como pedalear en una bicicleta estática, puede ser eficaz (Bányai, Zseni, & Túry, 1993; Malott, 1984). El modelo de inducción mencionado más arriba (Rhue et al., 1993) debe considerarse como una inducción común que se puede adaptar a una amplia variedad de contextos clínicos incluyendo las sugestiones adecuadas al beneficio del paciente. Por ejemplo, se podría sugerir energía y vitalidad a un paciente deprimido o cansado, apetito a un paciente con repugnancia a la comida o alivio del dolor a un paciente que ha sido operado.

Es frecuente que los pacientes tengan miedos y concepciones erróneas sobre la hipnosis basados en lo que han leído o visto en la televisión, en el cine o en espectáculos llevados a cabo con propósitos de entretenimiento. En los medios populares se da una imagen errónea de la hipnosis como un recurso para controlar la mente, como un medio de recuperar recuerdos perdidos e incluso como un inductor de la conducta criminal. Por tanto, desde las perspectivas clínica y ética, antes de la primera sesión con hipnosis es crucial llevar a cabo lo siguiente: educar al paciente sobre lo que es la hipnosis, desmitificar esta técnica, disipar los mitos y hablar sobre aquellos miedos potenciales sobre la hipnosis. Este enfoque es similar al que un clínico utiliza para presentar a los pacientes cualquier intervención médica o psicológica.

Un mito muy común que suelen tener los pacientes es que la hipnosis es algo que se les hace a ellos en vez de algo que ellos pueden hacer por sí mismos. Este mito no es cierto; los pacientes tienen que ser participantes activos en sus sesiones de hipnosis para que ésta sea eficaz. Las palabras del hipnotizador no son mágicas ni el hipnotizador tiene el poder de controlar al paciente. La hipnosis no es más mágica que cualquier otra técnica psicoterapéutica. La participación y atención del paciente es un componente activo en el éxito de la intervención. Un segundo mito es que las personas pueden perder el control de sus acciones cuando están hipnotizadas y que el hipnotizador puede hacerles decir o hacer lo que él quiera. Esto tampoco es cierto. Los pacientes pueden ignorar las sugestiones que les da el hipnotizador si así lo desean. Un tercer mito es que durante la hipnosis, el paciente se sentirá particularmente diferente. Esto podría ser así, pero sólo cuando los pacientes esperan adoptar ese papel de buenos sujetos hipnóticos (Kirsch, 1985; Rhue et al., 1993). Por ejemplo, si se tiene la expectativa de sentirse somnoliento durante hipnosis, es probable que uno se sienta de este modo (Kirsch, 1990). Sin embargo, la mayoría de las personas, cuando están hipnotizadas, tienden a sentirse como que están focalizando su atención y concentración en las sugestiones del hipnotizador. Un cuarto mito es que las personas hipnotizadas no podrán «salir» de la hipnosis cuando así lo deseen. Este mito, así como el anterior, está basado en una concepción de la hipnosis anticuada en la que se define a esta técnica como un poderoso estado de trance (Kirsch, & Lynn, 1995). Sin embargo, los pacientes son participantes activos en su tratamiento y pueden continuar o dejar una sesión de hipnosis cuando quieran. Un quinto mito es que después de la sesión de hipnosis los pacientes no podrán recordar nada sobre la misma. La amnesia post-hipnótica que experimentan algunos sujetos se da en circunstancias especiales, por ejemplo, cuando el hipnotizador sugiere la amnesia y el paciente no rechaza la sugestión. La amnesia post-hipnótica es más frecuente en el ámbito de la investigación experimental que en el clínico (Rhue et al., 1993). En la práctica clínica, es frecuente animar a los pacientes a recordar sus sesiones para que puedan utilizar las técnicas de hipnosis por sí mismos y lograr los beneficios terapéuticos que les ayuden a resolver su problema. La hipnosis no es un medio de eliminar recuerdos. Un sexto mito es que la hipnosis sólo funciona con pacientes que puntúan alto en sugestionabilidad hipnótica (Hilgard, Weitzenhoffer, Landes, & Moore, 1961; Weitzenhoffer & Hilgard, 1962). Los meta-análisis indican que esto no es así, y que la hipnosis es una técnica que la mayoría de las personas pueden hacer por sí mismas para mejorar su bienestar. Por ejemplo, un meta-análisis mostró que el 89% de los pacientes de cirugía tratados con hipnosis se beneficiaron del tratamiento respecto al grupo control en la mejora de los efectos secundarios de la cirugía (por ejemplo, dolor, malestar, náuseas) (Montgomery et al., 2002a). También algunos investigadores han demostrado que la sugestionabilidad hipnótica puede aumentarse mediante manipulaciones experimentales. Esto contradice a la visión de la sugestionabilidad hipnótica como un rasgo inmutable (Vickery & Kirsch, 1991; Wickless & Kirsch, 1989). Por tanto, bajo las condiciones y circunstancias adecuadas parece que la mayoría de los pacientes deberían poder beneficiarse de la hipnosis.

Un mito frecuente desde la perspectiva del terapeuta es que éste debe tener una formación especial para ser hipnotizador. Esto no es así. Tal como indica Kirsch (1990), cualquier psicólogo que esté acostumbrado a llevar a cabo protocolos de relajación o ejercicios de respiración puede utilizar hipnosis con los clientes. Dicho de otra manera, la hipnosis se puede considerar simplemente como una técnica más en el haber terapéutico del clínico. En general, si un terapeuta tiene la formación necesaria para trabajar de forma eficaz y ética en el contexto clínico, también tendrá la formación necesaria para utilizar hipnosis (Kirsch, 1990; Rhue et al., 1993). Sin embargo, aquellos clínicos que quieran aprender más sobre esta técnica, pueden aprovechar la formación especializada que aportan distintas organizaciones nacionales e internacionales (por ejemplo, Society for Psychological Hypnosis (Division 30 of the American Psychological Association); Society for Clinical and Experimental Hypnosis).

Debido a su fácil implementación y su eficacia demostrada clínica y empíricamente, la hipnosis se ha aplicado a una cantidad casi ilimitada de problemas físicos y psicológicos. En estas situaciones, la hipnosis se suele utilizar como una técnica adjunta eficaz en combinación con otras terapias. Se utiliza muy poco como una terapia por sí sola (Kirsch et al., 1995; Rhue et al., 1993). Por ejemplo, la hipnosis se ha utilizado con eficacia en pacientes con cirugía como un adjunto a los analgésicos y anestésicos farmacológicos, pero no para sustituir estos agentes (Montgomery, Weltz, Seltz, & Bovbjerg, 2002b). Del mismo modo, la hipnosis se ha utilizado como un complemento a las técnicas cognitivo-conductuales para ayudar en la pérdida de peso (Kirsch, 1996; Kirsch et al., 1995), pero no como un tratamiento para bajar de peso en sí mismo. Una búsqueda reciente en la base de datos PsycINFO dio como resultado 11.000 artículos sobre hipnosis, lo cual indica la gran cantidad de investigación sobre los fenómenos hipnóticos así como su amplia aplicación. El objetivo del presente trabajo no es hacer una revisión de esta vasta literatura, sino concentrarse en algunas áreas clínicas en las se ha demostrado con más consistencia la eficacia de la hipnosis.